El abrazo.

Estas navidades mi lesión en la rodilla me impidió pasar un par de días en Piau Engaly, donde desde hace unos años disfrutamos de la nieve en estas fechas. Teníamos quince días, así que decidimos visitar una ciudad desconocida para nosotros y por la que muchos veranos pasábamos de camino o de regreso de nuestras vacaciones de verano. Siempre con la prisa de la salida o el cansancio del regreso. Así que decidimos aprovechar la “oportunidad” que mi lesión nos brindó.

Solicité información en el foro de acpasion sobre posibles lugares de pernocta. Había varios aparcamientos municipales, pero el precio, 20 euros sin ningún servicio, y el hecho de que hubiera que reservarlo abonando la estancia con antelación -60 euros a través de Internet- nos disuadió. Pero quizás pueda interesar que el aparcamiento que parece más cercano es el del Consejo del Cien, cercano a la Sagrada Familia. También barajamos la posibilidad de utilizar el aparcamiento del Pueblo Español, con la estación de metro de Plaza de España a un kilómetro, pero, en primer lugar esta distancia era cuesta arriba de regreso –aunque hay autobuses- pero en segundo lugar y más importante, este aparcamiento se comparte con autobuses y autocares y cuando éstos arrancan por la mañana parece que se puede acabar el descanso. Todo dependería del número y de sus horarios. La tercera posibilidad era el area del Forum, pero varios foreros me informaron de que su situación, entre dos grandes avenidas o autovías, la hacían muy ruidosa, y el precio, 30 euros, no añadía atractivo. También muchas buenas gentes que me ofrecieron las proximidades de su propia vivienda o hicieron otras interesantes sugerencias. ("hilo" en acpasion)

Pero la opción que nos resultó más atractiva por reunir varias condiciones –proximidad al centro, rapidez y comodidad de transporte y tranquilidad- fue el camping El Masnou, al norte de la ciudad, a unos 300 metros de la estación del tren –unos siete minutos andando-, con trenes cada diez minutos que en tan solo 25 o 30 nos dejaban en la céntrica plaza de Cataluña y de forma directa, sin trasbordo alguno. Se encuentra en El Masnou, Camil Fabra, 33. Coordenadas 41º28'32.E2º18'14.

Y allí nos dirigimos cuando dejamos Boadilla del Monte el lunes 26 de diciembre en una mañana espléndida que auguraba unos días de un tiempo soleado y estupendo para conocer la ciudad.

Alrededor de las 17,30 llegamos al camping sin ninguna dificultad, gracias, una vez más, a mi maestro GePeSero que esta vez, a su generosidad habitual, había añadido un regalo más. ¡A cuanta gente tengo que agradecer siempre los viajes que hago! Gente identificada muchas veces, como Jesús, pero que otras permanece anónima y sin cuya pequeña aportación todo hubiera sido más dificil.

El camping está situado frente al mar, junto a la carretera y es un sitio tranquilo y totalmente recomendable, aunque, para nuestra sorpresa, con muchas autocaravanas, todas extranjeras. Dos personas y autocaravana, 29 euros.

Nos instalamos y envié un mensaje a mi amiga Neus, a quien conocí “virtualmente” hace un par de años cuando preparábamos nuestro viaje a Irlanda facilitándonos información muy valiosa sobre como pasar a las islas con nuestros amigos peludos. Al saber que íbamos a visitar la ciudad nos ofreció la posibilidad de conocernos en persona invitándonos generosamente a su casa para compartir una cena el día que nosotros eligiéramos. Y elegimos el  de llegada, aunque desconocíamos que era festivo en la ciudad.

Al poco tiempo recibí una llamada suya en la que nos decía que en media hora se acercaban a recogernos al camping. Esto no era lo pactado, ya que habíamos acordado que nos recogían a la salida de la estación de metro, pero nos dijo que al ser festivo seguramente la frecuencia de los trenes sería menor y a ellos no les costaba ningún trabajo recogernos. Así que media hora después aparecieron en la puerta del camping, y tengo que confesar que mientras trajinaba con su muleta para salir, me sentí enormemente emocionada e impaciente por darla el abrazo en el que unos segundos después nos fundimos.

Como si nos conociéramos de toda la vida mantuvimos todo el trayecto una animada charla con Neus y Ramón y en poco tiempo llegamos a su casa donde nos esperaban Eli, su hija, y Adri el compañero de Eli . Allí disfrutamos de la deliciosa cena y sobre todo, de su compañía. Hablamos de lo divino y de lo humano y encontramos muchos puntos de coincidencia. Pero lo más delicioso, sin duda, su estupenda acogida y su compañía.

Tras disfrutar de la cena, Ramón junto con Neus nos llevaron a la torre Agbar, para verla iluminada por la noche. Pero la crisis ha hecho mella en esta ciudad, y estaba apagada. Ramón, enfadado, puso rumbo a la Sagrada Familia, pero…también estaba sin iluminación nocturna. Pero aún recuerdo cuando paró justo frente a este imponente y espectacular edificio y nos bajamos a contemplarlo. Nos quedamos sobrecogidos ante la magnífica silueta de esta maravillosa obra de arte que se elevaba hacia el cielo. Creo que nos quedamos momentáneamente sin palabras.

Un poco después nos dejaron en la puerta del camping y nos despedimos cariñosamente de ellos y yo me volví a fundir en un abrazo con Neus cuya fortaleza y dulzura me contagió y que me llega hasta ahora, cuando más lo necesito, convaleciente de una pequeña operación en la que me han extirpado un trozo de menisco roto y diagnosticado algo un poco más serio, una rotura parcial del ligamento cruzado anterior que podría afectar en un futuro a una de mis aficiones favoritas. Pero nada serio. Conservo, no solo su cariño y nuestro cálido abrazo que mantengo en mi memoria, sino su valiente imagen y su fortaleza me llega para impulsarme en mi recuperación.

Aunque tarde, nos acostamos y dormimos de un tirón hasta la mañana siguiente, igual de espléndida que la del día anterior.